Tras olvidar la idea de visitar Utah
por determinadas condiciones que hacían imposible el viaje, giramos
radicalmente y nos lanzamos hacia Florida, cambiando la montaña por la playa y
la nieve por arena (nada mal eh). Dada la cercanía (relativa) fuimos con nuestro
coche, lo que ha supuesto una buena paliza de millas, amenizadas por las vistas
y el calorcito (oh my god! que bueno).
Empezábamos el puente de Thanksgiving (Acción de Gracias) camino hacia el
sur, cruzando lugares cargados con grandes recuerdos, como Savannah o Hilton
Head Island, donde disfrutamos nuestro primer Thanksgiving con los Piratas por
allá en el año 2006. Esta vez pasamos de largo mirando de reojo a nuestros
recuerdos y nos dirigimos a Jacksonville, Florida. De aquí pasamos a la costa
del Golfo de Méjico, concretamente a la bahía de Tampa para ver sus playas, dos
de ellas calificadas como las mejores de USA, Caladesi y Siesta Beach.
Como anécdota, contar que al ser una carretera larga hasta el corazón del
humedal, tuvimos que volver algo más rápido para hacer noche lo más al sur
posible. Fue entonces cuando nos cruzamos con la policía del parque y nos
siguió con sus bonitas sirenas multicolores, parándonos en el arcén. Afortunada
y sorprendentemente no nos multaron. Al ver que éramos de otro estado y que
estábamos de vacaciones, según palabras textuales no nos las querían arruinar y
se limitaron a darnos un toque de atención con un “Warning”, así que Mr. Díaz
ya tiene un apercibimiento :(
Millas y millas de carretera hacia los Cayos, nuevamente amenizado el
trayecto por lo peculiar de la carretera. Los cayos comienzan alrededor de unas
15 millas
al sur de Miami y se extienden unos 320 km (200 mi) en dirección suroeste hacia Key West,
la última de las islas habitadas. La carretera transcurre por mitad del mar
mediante puentes larguísimos desde donde puedes divisar el mar a ambos lados.
Al final de la misma se encuentra la famosa boya que marca la separación de 90 millas (150km) hasta
Cuba, punto turístico 100% en la ciudad de Key West, por cierto muy muy animada
por la noche. Muy distinta a cómo la imaginábamos, nos sorprendió para bien y
nos gustó mucho.


Y vuelta a recorrer los 320km para volver hasta Miami. Qué contar de esta
ciudad lanzada a la fama tras la serie que todos conocemos “Miami Vice” ¿recuerdas?
Esta megalópolis tiene 12 millones de habitantes (eso en 2008), lo que hace de
Miami la tercera región urbana de Estados Unidos, detrás de Nueva York y Los
Ángeles (y por delante de Chicago, wow).
Andamos por el centro de la ciudad alucinando de sus enormes edificios y la
modernidad de su transporte público (tren y una especie de tranvía aéreos que
pasan por entre los edificios e incluso por dentro de algunos de ellos) Todo
combinado con espacios verdes llenos de palmeras, lo que le costó a la ciudad
el galardón de “ciudad más limpia de EEUU” hace 4 años. A lo largo de nuestra
estancia nos dimos cuenta de que TODOS hablan español, alternándolo
inconscientemente con el inglés (sobre todo los niños). No es de extrañar, pues
los hablantes de español como primer
idioma representan casi el 70% de los habitantes (que pasada!) Nos dimos una
vuelta por la Little Havana
en la calle 8 (recomendada por Joanna, nuestra amiga cubana), con un ambiente
que realmente nos recordó a Cuba, pues la gente jugaba en el parque Máximo
Gómez al ajedrez y al dominó como también vimos en las ciudades cubanas de
Cienfuegos y Trinidad.
Como ya tocaba playa, nos fuimos a Miami Beach, a la zona donde estuvimos
alojados en 2004. Edificios Art Deco (bajitos y con colores pasteles) y un
ambiente súper playero, calorcito y gente sin camisa, haciendo skate,
patinando, en bici, y exhibiendo sus coches (Ferraris, Aston Martin, Corvettes,
Camaros, etc), tiendas abiertas hasta por la noche y con música…
Al día siguiente fuimos a Fort Lauderdale, conocida como la Venecia americana por los
canales que irrumpen por toda la ciudad. Si pensábamos que en Miami había
“pasta”, en esta ciudad las casas y mansiones tienen como patio trasero los
canales con sus yates atracados (impacta bastante verlos en fila como coches
aparcados y apelotonados). Para más “INRI”, visitamos Palm Beach, donde el lujo
ya es desmesurado. Al igual que Fort Lauderdale, los yates en los canales y los
cochazos en los enormes jardines antes de llegar a la casa. Buff, en fin, por
un momento me acordé de los griegos y españoles tan afectados por la crisis, y
llegué incluso a preguntarme qué pensaría un nepalí si viera todo esto. No
digamos ya un negrito del África subsahariana. Como se suele decir “EL MUNDO ES
PA 4”





Finalmente fuimos a Daytona Beach (más al norte) y visitamos el circuito
donde corren los coches de la
NASCAR en la famosa carrera del DAYTONA 500 (sale en la
película de Tom Cruise de Días de Trueno). No había carrera pero bajamos a la
pista donde había un mercadillo del mundo del motor y recorrimos el circuito
viendo el tremendo peralte de las curvas por donde pasan los coches cuando
corren. Finalizamos con una visita a la larga playa, donde se disputaban en la
primera mitad del S.XX competiciones de automovilismo en el circuito playero.
De ahí la herencia de las carreras y la construcción del actual Daytona International Speedway.
Lo que hubiéramos dado por correr solo 500millas. Al volver a casa completamos un total de 1800 millas en este viaje. (Multiplicar por 1.6). Os dejamos con los cálculos en kilómetros y un video. Hasta la próxima.
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